Esta era para mi la noche más especial del año. No soy católico, ni cristiano, pero tenía una magia especial. Mi primer Buenas Noches Nueva Orleans lo hice en un email comunal (tiempos sin redes sociales) en un momento así hará ya la friolera de veinte años quizá.
No voy a realizar un balance aún, eso corresponde a lo que denomino "las abluciones de Nochevieja". Pero, aunque me hago fuerte, me recupero y me voy convirtiendo, como afirma mi hermana, en una versión "mejorada" de mí, en un "Fernando 2.1" que ha aprendido enormemente de sus errores, no puedo dejar de pensar con nostalgia en la cena de hace un año, donde no puse la ternura y el cariño en el lugar correcto y todo me daba igual inmerso en la locura y comencé en serio a destruir lo que con mucho esfuerzo había conseguido.