EL REFLEJO
Por Fernando López Guisado.
Cada mañana, al entrar el sol por la ventana del baño, observo ese rostro tras el cristal devolverme la mirada ceniciento, ajeno al mundo, siempre solo. Intento convencerme de que es mi propio reflejo: mis lágrimas, mi dolor y mi rictus de boca torcida. Pero sólo identifico la desesperación y la envidia. Luego, desaparecemos el uno para el otro hasta el final del día, que volvemos a encontrarnos para no reconocernos. Cada noche, se marcha a la cama con ganas de morir, mientras yo, tras la negrura del otro lado del espejo, ansío cada instante de su miserable vida.
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