Debo de admitir que mi lectura de la novela original no está tan fresca como desearía para poder realizar una comparación rigurosa, uno de mis planes del verano es volver a leerla. Sin embargo, me ha resultado una adaptación ciertamente brillante aunque no me transmita la misma intensidad que el relato original. La ilustración impresiona y creo que encaja muy bien con el estilo tan particular del autor que roza el expresionismo caricaturesco de rasgos exagerados. El prólogo de Alan Moore, una auténtica defensa de los autores que la industria editorial ha decidido ocultar por las modas imperantes en sus tiempos, es de lectura obligatoria. Una novela gráfica breve, quizá demasiado para la importancia de su referente, muy bien editada. Merece la pena.
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